"Sólo podía parpadear". Con sólo 27 años, en 1996, a Marjan le diagnosticaron un cordoma de base del cráneo. Su periplo dio un giro devastador tras su tercera operación, en 2001, cuando estornudó, lo que le provocó un desgarro en las meninges y una meningitis. Durante la operación de recuperación, una hemorragia cerebral provocó complicaciones aún más graves. Marjan pasó tres semanas en coma y, cuando despertó, estaba completamente paralizada, incapaz de hacer nada salvo parpadear. Tras un duro periodo de rehabilitación en la residencia de ancianos "Het Zonnehuis" de Zuidhorn, Marjan empezó a hacer pequeños pero significativos progresos. Después la trasladaron a Rehabilitación Frisia, en Beetsterzwaag, donde continuó su recuperación.
Mentalidad de luchadora Marjan tardó meses en comprender lo que había ocurrido. Los médicos le dijeron que no volvería a andar ni a hablar. Marjan recuerda: "Pensé: ya lo veremos. Tenía treinta y dos años y dos hijos pequeños. De ninguna manera me daría por vencida". La recuperación de Marjan continuó, milagrosamente para alguien con síndrome de enclaustramiento. "Ahora puedo vestirme con una sola mano, lavar la ropa, cocinar y puedo ir al baño sola otra vez. Con la ayuda de un andador especial, puedo andar un poco por casa y también volver a hablar algo, aunque no todo el mundo me entiende enseguida".
Convertir la creatividad en fuerza "En Rehabilitación Frisia aprendí a volver a ser autosuficiente después de meses de depender de los demás". A pesar de que le dijeron que todos sus esfuerzos eran inútiles porque el síndrome de enclaustramiento se considera irreparable, se negó a dejar de intentarlo.
"Para poder expresar mis sentimientos, empecé a 'juguetear' con telas y tizas. Siempre fui creativa y ahora lo he sido aún más", explica Marjan. Hoy, Marjan produce vibrantes obras de arte utilizando tela y pintura acrílica. Su estilo único, marcado por colores vivos e intensos, se debe en parte a su mala vista. Como ella bromea, "porque yo también soy una persona bastante ruidosa". Marjan se inspira en sus gatos, a los que suele retratar en tonos vivos y alegres. "Mi madre me decía que mi trabajo tenía que parecerse a algo. Mis gatos suelen ser mi inspiración. También los retrato casi siempre en colores vivos. El blanco me hace sentir que podría explotar", bromea Marjan.
Palabras de ánimo A lo largo de su trayectoria, el marido de Marjan, Jetze, siempre la ha apoyado. Ella comparte este mensaje con otras personas que se enfrentan a retos similares: "Sigue practicando, sigue adelante, a pesar de lo que te digan. El cordoma no es el final, sino el principio".
Marjan está agradecida por el apoyo y los recursos de que dispone ahora a través de la Chordoma Foundation. "Hace treinta años no existía nada parecido. Estabas completamente sola", reflexiona. Hoy, la resistencia y determinación de Marjan son un testimonio del poder de la perseverancia y el espíritu humano.