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Jessica

1/9/2014

Me diagnosticaron la enfermedad en junio de 2009, a los 26 años. Llevaba más de diez años quejándome de dolores de espalda muy fuertes. Me habían dicho que era porque tenía sobrepeso. Por fin, en marzo de 2009, encontré un médico que me hizo una RM y no se limitó a darme pastillas. En abril me estaban operando de la espalda porque pensaban que tenía un disco reventado. Cuando un médico increíble me operó, volvió y me dijo que en sus 40 años de ejercicio profesional nunca había visto una porquería como esa. Lo enviaron al laboratorio y en junio me dijeron que tenía un cordoma. Me dijeron que no había nada que pudieran hacer y que no había cura, así que me fui a casa y viví cada día como si fuera el último. Bueno, siendo madre soltera de un niño de 5 años, ¡eso no era aceptable! En septiembre de 2010, después de mucha sangre, sudor y lágrimas, me enteré de un tratamiento llamado radiación de haz de protones en la Universidad de Loma Linda. En enero de 2011, después de luchar con las compañías de seguros, finalmente conseguí una cita. En febrero estaba viendo a otro cirujano para ver si podían extirpar más del cáncer. En marzo me estaban haciendo otra cirugía y en mayo empecé la radiación con haz de protones. Fueron 40 sesiones, 5 a la semana. Eso significaba recaudar dinero, mudarme a una gran ciudad durante 3 meses, dejar a mi hija con mis padres y pasar por todo eso sola. Afortunadamente, hice muchos amigos en Loma Linda que estaban recibiendo tratamiento de protones para el cáncer de próstata. No era el mismo cáncer, pero sabían por lo que estaba pasando. Ahora estoy estable. El cáncer sigue ahí, pero no se ha extendido, ¡gracias a Dios! Trata de recordar que si estás deprimido, todos a tu alrededor lo estarán, así que si te mantienes positivo durante tu lucha, ¡serás una inspiración para todos los demás!

Cuéntenos su historia poco común

Contar la historia de su cordoma con sus propias palabras puede ayudar a otras personas de nuestra comunidad a sentirse más conectadas y preparadas para enfrentarse a lo que les pueda deparar el futuro. Le invitamos a compartir sus experiencias y puntos de vista con otras personas, que pueden beneficiarse de saber que no están solas.

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