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Hailey

4/1/2018

Me diagnosticaron cáncer de columna cervical a los diecisiete años. Cambió mi mundo para siempre. Descubrí que ahora siempre seré una guerrera, no una preocupona. Aprendí a quererme, a tener valor en mí misma y a saber con certeza que era más fuerte de lo que pensaba. Nunca pensé que pasaría veintiséis días en el Hospital Infantil de Filadelfia. Tener a mi madre, mi padre, mi hermano, mi hermana, tantos otros familiares e incluso desconocidos a mi lado durante todo este viaje.

Me sometí a dos cirugías importantes en el transcurso de un mes en agosto. Tuve que hacer fisioterapia, terapia ocupacional y mucho más para recuperar la fuerza. Incluso tuve que aprender a andar de nuevo. Llevé un collarín durante cinco meses y medio. Me sometí a cuarenta y cuatro dosis de alta radiación y, aunque fue una de las peores cosas por las que pasar, definitivamente salí fortalecida y rezaba para que esta máquina loca acabara con este horrible cáncer. Ya no era la chica normal del colegio, ahora me conocían como la chica con cáncer. Me hacían preguntas todos los días. Había días en los que ni siquiera quería ir al colegio porque me miraban fijamente y hablaban de mí en todas las clases. Me sentía y sabía que era la marginada.

Sin duda, pasar por esto te hace una persona más fuerte. Aprendes a no dar las cosas por sentadas. Los niños, los adultos e incluso los ancianos nunca están solos, pase lo que pase. Siempre hay alguien con quien puedes hablar, nunca te sientes diferente. Hay gente en el mundo que es como tú, así que no te preocupes. Puede que te sientas diferente, pero en todo caso eres especial a tu manera.

Aprendí que el cáncer es una enfermedad grave y que hay que encontrar una cura. El cordoma es uno de los cánceres más raros que existen, que más de la mitad del mundo ni siquiera conoce. Aunque esto se apoderó de mi vida y ojalá nunca me lo hubieran dado, sé que hay una razón para todo. Todo sucede por una razón. El cáncer sólo será un capítulo de mi vida, no toda la historia. Quiérete y mantente fuerte. Te queremos.

Cuéntenos su historia poco común

Contar la historia de su cordoma con sus propias palabras puede ayudar a otras personas de nuestra comunidad a sentirse más conectadas y preparadas para enfrentarse a lo que les pueda deparar el futuro. Le invitamos a compartir sus experiencias y puntos de vista con otras personas, que pueden beneficiarse de saber que no están solas.

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