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Resultados de tres ensayos recientes de vacunas contra la braquiuria

Los resultados de estos ensayos señalan, aunque sea modestamente, que la orientación inmunológica de la braquiuria puede proporcionar beneficios clínicos a algunos pacientes con cordoma.

5/26/2021
Research

Mensaje para los pacientes

Se han publicado algunos resultados de ensayos clínicos recientes. En ellos se probaron vacunas destinadas a aprovechar el sistema inmunitario para destruir las células que expresan braquiuria. Aunque los investigadores observaron algunos indicios de que las vacunas podrían ser útiles para determinados pacientes, serán necesarios más estudios para comprender cómo aprovechar mejor el sistema inmunitario contra el cordoma. Ya está en marcha un ensayo para probar la vacuna contra la braquiuria de nueva generación, y la braquiuria sigue siendo un objetivo importante para otros tipos de terapias. Siga leyendo para saber más.

Si está interesado en participar en un ensayo clínico en curso, nuestros asesores de pacientes pueden responder a sus preguntas y proporcionarle más información. La participación de los pacientes es clave para dar pasos científicos significativos.


Sabemos que el cordoma es un adversario difícil. Por eso, cuando un ensayo clínico reciente en el que se probaba una vacuna terapéutica arrojó resultados insatisfactorios, nos sentimos decepcionados, pero no nos inmutamos. Después de todo, el progreso científico casi nunca es lineal, y la perseverancia es el nombre del juego en esta comunidad.

El objetivo de la vacuna, GI-6301, era estimular el sistema inmunitario de los pacientes para que buscara y destruyera las células que expresan braquiuria, presente en el cordoma pero no en la mayoría de las células normales. A diferencia de las vacunas "profilácticas" diseñadas para prevenir enfermedades (por ejemplo, la vacuna contra la gripe), las vacunas terapéuticas como la GI-6301 pretenden ayudar al sistema inmunitario a combatir la enfermedad con mayor eficacia. Un equipo dirigido por el Dr. James Gulley, del Instituto Nacional del Cáncer, evaluó si la GI-6301 administrada en combinación con radiación sería más eficaz que la radiación sola para reducir los tumores de cordoma o impedir su crecimiento. A pesar de los prometedores resultados de un ensayo de fase 1, el ensayo de fase 2 de la vacuna no demostró un efecto suficientemente beneficioso, y el estudio finalizó antes de tiempo. Los resultados se publican en el número de mayo de 2021 de la revista The Oncologist.

No obstante, los investigadores del cordoma obtuvieron información esencial de este trabajo. Por ejemplo, fue la primera vez que se evaluaron prospectivamente las respuestas RECIST -la medida estándar, aunque imperfecta, de la eficacia de una terapia contra el cáncer basada en si la parte más ancha de un tumor se reduce significativamente- en pacientes con cordoma tratados con radiación. Estos datos pueden servir como referencia de los efectos de la radiación sola, lo que será útil para diseñar y evaluar futuros ensayos clínicos con radiación. El ensayo también puso de relieve que se necesitará una comprensión más profunda de cómo alterar la capacidad del cordoma para eludir el ataque inmunológico con el fin de atacar eficazmente el cordoma con enfoques de inmunoterapia. Y representa un hito importante: el primer ensayo controlado aleatorizado para el cordoma, y el primero que apoyamos a través de nuestro Programa de Ensayos Clínicos.

Es importante señalar que un resultado negativo de este ensayo no disminuye el importante potencial de la lucha contra la braquiuria mediante otras vacunas terapéuticas. De hecho, poco después de los resultados del GI-6301, llegaron los resultados preliminares de otro ensayo de fase 2 en el que se probaba una vacuna diferente contra la braquiuria denominada BN-Brachyury, fabricada por la empresa Bavarian Nordic. Al igual que la vacuna GI-6301, la BN-Brachyury mostró unos resultados iniciales prometedores, pero no alcanzó su objetivo primario: respuestas RECIST en cuatro de 29 participantes. Sin embargo, dos pacientes lograron una respuesta parcial y 19 participantes presentaron una enfermedad estable según los criterios RECIST. De ellos, varios también experimentaron una reducción del volumen de sus tumores, aunque no fuera suficiente para considerarse una respuesta RECIST.

Estos indicios de actividad clínica impulsaron a Bavarian Nordic a proseguir sus esfuerzos para desarrollar enfoques inmunoterapéuticos dirigidos contra la braquiuria en pacientes con cordoma. Su siguiente intento fue un ensayo de fase 1 en el que se administró la vacuna por vía intravenosa para estimular más de un aspecto de la respuesta inmunitaria. A diferencia de los anteriores ensayos de fase 2 de la vacuna contra la braquiuria, en este se probó la vacuna sola, no en combinación con la radiación. Los resultados de eficacia de este estudio, aunque preliminares, son más alentadores, ya que muestran una respuesta RECIST en un paciente y enfermedad estable en varios otros. Además, dos pacientes con enfermedad estable informaron de una reducción significativa de los síntomas de dolor. El trabajo se presentará en un póster en la Reunión Anual de la ASCO de este año, que tendrá lugar del 4 al 8 de junio de 2021.

En la actualidad, se está realizando un nuevo ensayo para pacientes con cordoma y otros tipos de cáncer en el que se está probando la administración intravenosa de la vacuna contra la braquiuria de última generación de Bavarian Nordic, denominada TAEK-VAC-HerBy, que se basa en los conocimientos adquiridos en sus ensayos de vacunas anteriores. No sólo aprovecha la administración intravenosa, sino que está diseñada para estimular una respuesta inmunitaria más robusta e intrincada.

De cara al futuro

En conjunto, los resultados de estos ensayos señalan, aunque sea modestamente, que el tratamiento inmunológico de la braquiuria puede aportar beneficios clínicos a algunos pacientes con cordoma. Pero también sugieren que serán necesarias estrategias adicionales para aumentar la respuesta inmunitaria y/o superar la resistencia del cordoma al ataque inmunitario. Se necesita más investigación para comprender cómo interactúa el cordoma con el sistema inmunitario y qué explica la variabilidad en la respuesta a las vacunas terapéuticas, lo que ayudará a determinar el complemento completo de apoyo que el sistema inmunitario podría necesitar para montar una respuesta eficaz contra el cordoma.

Estos ensayos también refuerzan las observaciones clínicas previas que han sugerido que RECIST puede subestimar la respuesta al tratamiento de los tumores de cordoma. Además, dado que la inmunoterapia tarda en actuar, puede ser necesaria una mayor duración del estudio para observar una respuesta RECIST. Por lo tanto, los futuros ensayos de cordoma pueden beneficiarse del desarrollo y la validación de criterios de valoración distintos de RECIST, como la reducción del volumen tumoral y/o la mejoría sintomática.

Es importante destacar que la braquiuria también sigue siendo un objetivo muy prometedor para terapias que no dependen de una respuesta inmunitaria, con numerosos proyectos prometedores de descubrimiento de fármacos en fase de desarrollo. Así pues, con gran ímpetu, estamos redoblando nuestros esfuerzos para atacar la braquiuria desde múltiples ángulos, acelerar la investigación inmunológica básica y asegurarnos de que los nuevos ensayos clínicos prometedores incluyan a pacientes con cordoma.

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