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Stephanie

9/1/2013

Papá fue diagnosticado en julio de 2012 cuando una RM identificó un tumor en L1 - L2. Me puse en contacto con la Fundación del Cordoma a través de Facebook en busca de consejo sobre cómo proceder. La Fundación respondió muy rápidamente con su número de teléfono. Durante nuestra única conversación telefónica, la CF fue capaz de proporcionarme algunas orientaciones significativas y procesables. Algunas de ellas incluían la importancia de acudir a un médico con experiencia específica en el tratamiento del cordoma, como los cirujanos del Johns Hopkins. La Fundación también nos aconsejó que buscáramos varias opiniones sobre los planes de tratamiento y que no nos decantáramos necesariamente por el primer cirujano que conociéramos.

Juntos, los dos cirujanos, un radiólogo y un equipo de otros médicos diseñaron un plan de radiación localizada (bisturí cibernético) seguido de dos intervenciones quirúrgicas consecutivas en septiembre de 2012. En la primera, que duró unas 11 horas, se introdujeron dos barras de titanio en ocho vértebras. El segundo día, los cirujanos extirparon el tumor y dos vértebras afectadas e instalaron una jaula de malla para fusionar las secciones restantes de la columna vertebral. Esta segunda operación duró unas seis horas. Papá permaneció en la unidad posquirúrgica unos días y luego se recuperó en el ala de rehabilitación durante unas dos semanas. Su estancia total en el hospital fue de sólo tres semanas.

Se consideró que las operaciones habían eliminado con éxito todos los signos de cáncer y minimizado los daños colaterales. Papá caminaba con cuidado por su cuenta cuando dejó Hopkins. En Acción de Gracias ya se movía bastante y subía escaleras. En Navidad, volvió a cocinar como de costumbre y fue el anfitrión de nuestra familia en la cena de Navidad. Hoy, 10 meses después de la operación, sigue teniendo entumecimiento en los cuádriceps, algo de hinchazón en la parte inferior de las piernas/tobillos y rigidez en la espalda. Pero sigue controlando todas las funciones corporales y ha vuelto a ser optimista y sarcástico. En realidad, creo que se mantuvo optimista y sarcástico todo el tiempo.

Aunque no estamos seguros de que papá pueda volver a jugar al tenis, sí que puede conducir un coche, pescar con mosca, cocinar deliciosos platos, disfrutar de una buena cerveza artesanal y enseñar a sus nietas a hacer bonitos dibujos. Nos sentimos bendecidos por los resultados de sus operaciones y su rehabilitación, y estoy muy agradecida por la orientación y el apoyo que la FQ me brindó el verano pasado. Gracias al aliento de la Fundación, pudimos enfrentarnos a esta situación aterradora e intimidante... y vencerla.

Cuéntenos su historia poco común

Contar la historia de su cordoma con sus propias palabras puede ayudar a otras personas de nuestra comunidad a sentirse más conectadas y preparadas para enfrentarse a lo que les pueda deparar el futuro. Le invitamos a compartir sus experiencias y puntos de vista con otras personas, que pueden beneficiarse de saber que no están solas.

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