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Lauren Wood

6/21/2024

Hola a todos. Me llamo Lauren y tengo una historia muy compleja. Me diagnosticaron cordoma en 1995.

En 5º curso, a la edad de diez años, empecé a vomitar y a tener dolores de cabeza de forma aleatoria. Hoy sé que los cordomas son malignos, pero en aquel momento los médicos lo calificaron de benigno.

Los médicos de Houston y Dallas me operaron cuatro veces, incluida la implantación de una derivación no programable. Como una de las operaciones fue a través del paladar, hasta hoy hablo por la nariz. Tuve bastantes convulsiones de gran mal y también me hicieron una punción lumbar cuando era niña, lo más difícil que me han hecho nunca.

Después de las operaciones, me sometí a radiación con haz de protones en el Boston Mass General Hospitals; en aquel momento, solo había tres hospitales en el mundo que la ofrecieran. Me complace decir que llevo 29 años sobreviviendo a un cordoma.

Por desgracia, mi tratamiento de entonces fue muy radical. Debido a la cantidad extrema de radiación, he pasado por un largo viaje. En 2017, me quedé embarazada de gemelos. Sin embargo, todo el tratamiento excesivo me causó un accidente cerebrovascular isquémico durante el embarazo. Esto fue en Houston, durante el huracán Harvey. Estoy enormemente agradecida de haber conseguido dar a luz a las 32 semanas. Ahora, mis gemelos tienen seis años y prosperan.

Debido a toda mi historia, los médicos continuaron con las resonancias magnéticas cada seis meses. Luego, en 2019, me diagnosticaron un meningioma benigno. Comparado con el cordoma y el ictus, esto no fue nada. Eso sí, me afeitaron la mitad del pelo, lo que me resultó extremadamente molesto. Así que me lo afeité todo con toda confianza. Definitivamente tengo agallas, y afeitarme la cabeza fue muy liberador.

Pero aún no había terminado. En 2022 me diagnosticaron un glioblastoma, el cáncer cerebral más mortal que existe. Me lo detectaron el día del cumpleaños de mi padre (11 de marzo de 2022). Ahora también soy superviviente de un glioblastoma desde hace dos años y tres meses. Lo hice una vez. Puedo volver a hacerlo.

Lo que más me ayuda es poder hablar con alguien, ya sea con otros pacientes o con la terapia. Mi familia me ha ayudado muchísimo, pero la terapia y conocer a otros pacientes ha sido lo que más me ha ayudado. Ojalá hubiera tenido una forma de ponerme en contacto con otros pacientes de cordoma. Mi familia era estupenda, pero necesitaba a alguien con quien relacionarme, sobre todo a mi edad.

Lo más importante que aprendí fue a no rendirme. Sí, era una niña, pero no había nada en el mundo que quisiera más que ser una niña, física y mentalmente. Mi consejo es que sigas adelante. Empecé terapia a los doce años para hablar de mi salud y de la sobriedad de mi padre. Me gustó tanto la terapia que decidí hacer un máster en psicología. El objetivo es seguir adelante lo mejor que puedas porque tienes la opción de disfrutar de cada día. Estoy muy contenta de estar aquí hoy.

Intento compartir mi historia y animar a los demás de todas las formas posibles. No estamos solos. Ser voluntaria en el Texas Children's Hospital cuando estaba en la escuela secundaria significó mucho para mí: lo único que querían los niños era ser niños. Recuerdo eso de mi historia. Cuando era niña, jugaba con otros niños que también tenían problemas cerebrales. Hacer llorar de esperanza a una madre contándole mi historia significó todo para mí.

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