¿Cómo se detecta un posible cordoma?
Los cordomas suelen detectarse mediante pruebas de imagenología, que muestran los órganos y otras estructuras internas del cuerpo, incluidos los tumores. El aspecto del tumor en las pruebas de imagenología puede indicar al radiólogo si se trata de un cordoma.
Cuando se sospecha un cordoma, se necesita una resonancia magnética, también llamada RM, para ayudar a los médicos a hacer un diagnóstico y planificar el tratamiento. La RM es la mejor forma de ver un cordoma y cómo afecta al tejido que lo rodea, como músculos, nervios y vasos sanguíneos. Independientemente de dónde se encuentre el tumor, debe realizarse una RM de toda la columna vertebral para ver si el tumor puede haberse extendido o desarrollado en otras zonas de la columna. El cordoma se observa mejor en una RM con una configuración denominada imagenología ponderada en T2.
Se recomienda otra prueba de imagen denominada tomografía computarizada, también llamada TC o TAC, además de la RM si no se sabe con certeza si el tumor es un cordoma. Se recomienda realizar TC de tórax, abdomen y pelvis para asegurarse de que no hay diseminación del tumor. Las pruebas de imagenología deben ser interpretadas por un radiólogo con experiencia en el diagnóstico de tumores óseos.
En algunos casos, los médicos pueden solicitar una tomografía por emisión de positrones (PET). Suelen ser exploraciones de todo el cuerpo que buscan actividad tumoral generalizada. Los escáneres PET proporcionan información sobre la función metabólica del organismo; en el caso concreto del cáncer, los escáneres PET detectan tumores que consumen rápidamente glucosa (azúcar). Las células cancerosas metabolizan mucha más glucosa que las células normales, por lo que los tumores "se iluminan" en el escáner. Sin embargo, dado que las células del cordoma suelen crecer lentamente, no siempre se detectan tan bien en las exploraciones PET, por lo que no se suelen utilizar para diagnosticar cordomas.
¿Cómo se diagnostica el cordoma?
Las pruebas de imagen pueden mostrar la posibilidad de un cordoma, pero el diagnóstico definitivo sólo puede realizarlo un patólogo que examine una muestra de tejido tumoral al microscopio. Por este motivo, su equipo médico puede considerar la posibilidad de tomar una pequeña muestra de tejido del tumor, denominada biopsia, antes de la intervención quirúrgica si se puede llegar al tumor de forma segura (véase más abajo información importante sobre las biopsias).
Las muestras de tejido deben ser evaluadas por un patólogo con experiencia en el diagnóstico de tumores óseos. El patólogo puede analizar el tejido tumoral para detectar la presencia de una proteína denominada braquiuria. Casi todos los cordomas presentan niveles elevados de braquiuria, lo que resulta útil para el diagnóstico.
Para los tumores sacros y de columna vertebral móvil, se recomienda una biopsia guiada por TC con trocar, que debe realizarse desde la espalda. La biopsia guiada por TC con trocar utiliza una tomografía computarizada para dirigir con precisión la aguja de biopsia a la ubicación correcta. La aguja de biopsia se introduce en un tubo para evitar que las células tumorales se propaguen a lo largo del recorrido de la aguja, lo que suele denominarse siembra. Hable con sus médicos para saber si tienen previsto utilizar este método en caso de que se recomiende una biopsia.
Los tumores en la base del cráneo pueden ser difíciles de alcanzar de forma segura para una biopsia, por lo que su cirujano puede optar por una biopsia durante la cirugía. Esto significa que un patólogo estará preparado para examinar una muestra de tejido tumoral extraída al inicio de la cirugía y dar un diagnóstico inmediato, y el equipo quirúrgico procederá con la cirugía basándose en esa información.
Si se somete a una biopsia antes de la intervención quirúrgica, se recomienda que el cirujano extraiga el tejido que rodea la zona de la biopsia durante la cirugía para eliminar cualquier célula de cordoma que pudiera haberse extendido cuando la biopsia perturbó el tumor.